Por qué purgar un radiador

Purgar un radiador es algo muy sencillo la mayoría de las veces, pero que puede convertirse en algo complicado en ciertas ocasiones, y es muy importante hacerlo bien para que tanto el radiador como la instalación funcionen correctamente. Así evitaremos problemas que afecten al rendimiento y a la vida útil de los componentes. Ya hemos visto en una entrada anterior los problemas que sufren las instalaciones que no están bien purgadas. En este artículo vamos a ver como purgar un radiador correctamente y evitar esos problemas, pero antes, vamos a ver qué tipos de purgadores hay.

Purgadores automáticos

Fundamentalmente hay dos tipos de purgadores: purgadores manuales y purgadores automáticos. Entre los automáticos principalmente hay un modelo que inventó Roca hace algunos años y que luego otras marcas copiaron. Es el purgador de la izquierda en la imagen inferior. En instalaciones donde el aire no crea problemas es un purgador perfecto porque nos permite olvidarnos por completo de la operación de purgar. Cuando haya algo de aire en la instalación, el purgador lo eliminará rápidamente.

También hay otro tipo de purgadores automáticos muy comunes en las instalaciones, como el radiador de la derecha en la imagen inferior. Son purgadores muy utilizados, pero no es frecuente que se vean en radiadores. Su funcionamiento es igual que el modelo anterior, aunque estos purgadores se estropean con mas facilidad. Estos dos tipos de purgadores tienen una boya en su interior que cuando hay aire deja abierto el orificio superior, de forma que sale hacia fuera. Cuando hay agua, este empuja la boya hacia arriba y tapa el orificio de salida, evitando que salga agua.

Purgadores de discos

También existen purgadores de discos, como el de la imagen inferior. Estos purgadores tienen unos discos de fibras higroscópicas, que cuando están secos dejan pasar el aire entre ellos, para que salga fuera. En cambio, cuando el agua llega al nivel del purgador, estos discos se mojan y se hinchan, impidiendo el paso del agua. El aire que pueda acumularse posteriormente, seca los discos que, de nuevo, dejan pasar el aire eliminándolo totalmente. Además tienen una función de purgado manual: podemos girar la rosca exterior, y entonces dejar que salga el agua libremente como en un purgador manual.

Son purgadores que mientras funcionan bien son cómodos, porque nos liberan de la necesidad de purgar, pero en mi opinión los discos higroscópicos no funcionan muy bien, pues tardan mucho en secar y su calidad no la veo adecuada porque a veces hinchan tanto que anulan la salida del agua también  en su función manual.

Purgadores manuales

Por último, tenemos los purgadores manuales, los «de toda la vida», que debemos accionar con un destornillador o una pequeña moneda. Hay gente que utiliza un cuchillo, pero esto es una mala idea porque podemos romper el cuchillo o el purgador, e incluso cortarnos. Además, utilizar un cuchillo o otro artilugio no adecuado hace que los purgadores de cuadradillo, como el de la imagen inferior, se estropeen mucho. Por eso, hay que insistir en utilizar un destornillador adecuado o una moneda. Los purgadores manuales para mi son los mejores, porque al purgar un radiador nos permiten controlar exactamente la salida del aire y el agua según lo que necesitamos hacer en cada momento.

Cómo purgar un radiador

Vamos a ello. Lo mas habitual es que nuestra instalación no tenga complicaciones que dificulten la expulsión del aire. Entonces, simplemente abriendo tornillo del purgador dejamos salir el aire que tenga, y lo mantenemos abierto unos segundos mas por si quedase alguna burbuja mas.

Si embargo, a veces no es suficiente con manipular el purgador, y pueden quedar dentro burbujas de aire que producirán ruidos en el radiador, pero también puede ocasionar otras molestias como hacer que solo caliente la mitad del radiador, o solo la parte superior.

Entonces, para purgar un radiador de la mejor manera posible tenemos que seguir estos pasos:

1. Cerramos el detentor del radiador (normalmente con una llave hexagonal).

2. Abrimos el purgador, dejando que salga bastante agua. Cerramos el purgador.

3. Abrimos de nuevo el detentor, y cerramos la llave del radiador.

4. Volvemos a abrir el purgador, asegurándonos de que sale siempre agua y no queda nada de aire.

5. Por último, cerramos el purgador y abrimos la llave del radiador y comprobamos que ha quedado bien purgado, calentando de forma uniforme y sin hacer ruido.

De esta manera nos aseguramos purgar bien tanto la tubería de ida como la de retorno, evitando que pueda quedar alguna burbuja en una de ellas.

Purgar instalaciones mas complicadas

Habitualmente es suficiente con purgar de esta manera que explico, pero en alguna ocasión, por instalaciones que discurran por techos fundamentalmente, todavía puede quedar aire. Si no hemos podido sacarlo con los métodos anteriores, aun nos queda otra posibilidad: aflojar el racor (o tuerca loca) que une la llave con el radiador. Normalmente los radiadores se instalan con una mínima pendiente hacia el purgador, pero si no es así, puede pasar que el punto de conexión de la llave con el radiador sea el punto mas alto del radiador, favoreciendo la acumulación de aire, que no saldrá por el purgador.

Para hacer esto inevitablemente derramaremos agua, pues al aflojar el racor saldrá en todas direcciones y no podremos recogerlo como si saliese del purgador. Una consideración importante: no es necesario soltar toda la llave, simplemente con aflojar y dejar que salga un poco de agua, es casi seguro que habremos eliminado el aire que pudiera quedar.

Purgar otros tipos de instalaciones

Hay instalaciones donde no tenemos purgadores como en los radiadores. Estas instalaciones hay que purgarlas de otra forma, con una bomba de agua, que hace circular agua por las tuberías de manera continuada, de forma que se vaya limpiando el aire (y también los posibles residuos que pueda haber).

Por ejemplo, esta forma de purgar es absolutamente fundamental realizarla en la puesta en marcha de:

• instalaciones de captación geotérmica de circuito cerrado.
• instalaciones de energía solar térmica.
• instalaciones de suelo radiante.
• instalaciones centralizadas.
• instalaciones que abastezcan calefacción a varias plantas / zonas / viviendas.
• otras instalaciones y circuitos cerrados

En la siguiente imagen se ve esquemáticamente en qué consiste este método. Es tan sencillo como colocar una llave a cada lado de la llave que habitualmente tenemos en la instalación para cerrar el retorno del fluido. Una llave será de vaciado y la otra de llenado, y ambas irán conectadas a un depósito (de agua, glicol… según sea necesario en esa instalación). Entre el depósito y la llave de llenado colocamos una bomba que hará circular el líquido del depósito por toda la instalación, haciendo un barrido que dejará en el depósito todo residuo que pueda haber en la tubería, y eliminando todo el aire que pudiera haber ella. Durante este funcionamiento la llave de retorno permanecerá cerrada.

Es muy recomendable instalar un filtro antes de la bomba, para evitar que ese residuo vuelva a la instalación. Una vez que hemos barrido completamente la instalación y estamos seguros de que está perfectamente limpia de impurezas y aire, cerramos las llaves de llenado y vaciado y abrimos la llave de retorno, y tras comprobar que la presión del circuito es la adecuada, ya podemos poner en marcha la instalación con total garantía de no tener problemas de aire.

El depósito, bomba y filtro de este ejemplo pueden estar fijos en la instalación, o bien puede ser un equipo portátil. Muchas casas comerciales venden estos equipos portátiles como el de la imagen, que son robustos y económicos, y nos permitirán poder conectarlo a cualquier tipo de instalación para purgarlas bien.